La devolución es la fase intermedia entre el estudio y el tratamiento. Es la comunicación al paciente de los hallazgos relativos a su motivo de consulta (diagnóstico); las posibles causas (etiología); su evolución (pronóstico) y el o los tratamientos posibles (indicaciones). Además, se cierra el trato con el paciente para la siguiente fase (tratamiento).
La devolución es un hecho comunicacional que requiere del clínico, un gran dominio de vocabulario, para emplear las palabras exactas que expresen lo que desea comunicar; de sintaxis, para organizar las ideas en un sentido muy lógico y de ortografía, en caso que la comunicación sea por escrito.
La devolución también requiere un profundo conocimiento técnico para poder traducir a palabras sencillas, conceptos muy complejos; de sentido común para determinar qué debe y qué no debe comunicar; y sentido práctico para ajustarse a la realidad del paciente.
La devolución comienza con una sintetización del motivo de consulta. Se recuerda al paciente, de manera muy puntual, la razón por la que vino. Si en aquella ocasión, este trabajo se hizo bien, no habrá motivo para que ahora el paciente se muestre en desacuerdo.
Luego, se hace una descripción de los síntomas por él manifestados y de los signos observados; y se explica a qué diagnóstico se corresponde. Igual que en el caso anterior, si este trabajo se hizo bien, no hay razón por la que el paciente entre en desacuerdo. Sobre la comunicación del diagnóstico, recordemos que hay diagnósticos “muy temibles” para los pacientes y otros “amigables” para los pacientes. Son temibles porque, o no entienden de qué se trata, o tienen prejuicios acerca de ello. En todo caso, no es bueno comenzar diciendo el título del diagnóstico sino explicando, en forma franca, de qué trata y cuáles serían las consecuencias sin un tratamiento. Y la fase final o cierre, consiste en comunicar al paciente, primero, qué hay que hacer y, segundo, en qué condiciones se va a hacer. Fechas, horarios, costos, compromisos, etc.