En el sentido más riguroso, el diagnóstico (diagnóstico psicopatológico) es la determinación de la patología por la cual el paciente viene a consulta, por ejemplo, “Episodio Depresivo”; y el pronóstico, cuál sería la evolución de esta patología. Pero, en un sentido más amplio, el diagnóstico también es la conclusión general a la que se llega con respecto al paciente, en atención al motivo de consulta. Por ejemplo, “paciente con buen estado de salud mental”.
En nuestro medio, los diagnósticos psicopatológicos están descritos en los manuales, por ejemplo, el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) o la CIE-11 (Clasificación Mundial de Enfermedades).
El diagnóstico también está explicado en este documento, como si fuera una sub-fase aislada en la fase de estudio psicológico. Sin embargo, entendido como meta, vemos que, alcanzar un diagnóstico podría ser un logro temprano o tardío según sea la complejidad de la comunicación con el paciente.
Algunos pacientes evidencian tales signos de patología y, a la vez, son tan abundantes en su explicación de síntomas, que podríamos alcanzar un diagnóstico casi inmediato. Otros, en cambio, son más complicados en expresar su motivo de consulta, sus síntomas y los posibles signos son poco evidentes, que requieren de un trabajo más profundo hasta llegar a una conclusión. Al “diagnóstico psicopatológico”, que es la asignación de un nombre a la patología del paciente, de acuerdo a alguno de los manuales de diagnóstico, también le añadimos una especie de diagnóstico para el clínico, al cual denominamos “formulación teórica”, que es una explicación tentativa de las causas del trastorno. La formulación teórica será, en la fase de psicoterapia, la hipótesis de trabajo sobre la cual se desarrollará el tratamiento. La formulación teórica es una explicación causal del problema, desde algún marco referencial definido, por ejemplo, la teoría psicoanalítica, el conductismo, el cognitivismo, el enfoque Gestalt, etc.