Como hemos dicho, en la fase de estudio, la atención psicológica se concentra en lograr una comprensión del paciente, la razón por la que acude a nosotros, las causas de su problema, sus expectativas y el acuerdo al que llegaríamos con él para desarrollar la fase de tratamiento.
Estas metas hablan de la necesidad del clínico, porque, para el paciente, las necesidades son otras. A despecho de que le hayamos entendido qué le ocurre, desde cuando le ocurre o, por qué viene a nosotros, la primera necesidad real del paciente es lograr una mejoría lo más pronto posible. Esa necesidad real, “el tiempo”, se convertirá en una sombra que acechará constantemente la relación con el clínico. Por otra parte, los pacientes pagan un costo, “dinero”, por venir a nosotros y, en el fondo, desearían que este costo no fuera tan elevado. Y, finalmente, los pacientes temen saber qué tienen y qué tan malo es eso; “ansiedad”.
De esta manera, las necesidades del clínico y las necesidades del paciente entran en una contraposición real que se resumen en una sola dicotomía: la cientificidad del clínico vs la realidad del paciente. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo conciliar ambos extremos de tal manera que nuestro trabajo siga siendo científico.