Padres eficaces

Alguna vez nos habremos preguntado si hay una mejor manera de criar a un hijo. Esta pregunta es curiosa porque, si la analizamos bien, tendríamos que preguntarnos también: mejor para quién, para nosotros o para nuestro hijo. 

Esta aguda observación la hago porque, en mis 35 años de ejercicio profesional, he observado que la mayoría de los padres que me traen a un niño para ser atendido por uno u otro problema psicológico pareciera estar más enfocada en cómo aprender una técnica fácil para lidiar con el niño y su problema, que, en entender al niño, sus razones y su situación actual.  

Esto supone que, antes de iniciar cualquier tratamiento con el niño, debo sentarme con ambos padres, en los casos en que esto es posible, a examinar, en forma abierta y franca, la realidad de ser padres y ser hijos. De más estará decir que, muchas veces también, sólo esta conversación es suficiente para que puedan resolver la situación del niño, siempre y cuando hayan tenido la disposición de aceptar y poner en práctica lo nuevo aprendido. 

En este artículo trato de resumir esos temas que hablo con mis padres consultantes. Lo hago con la intención de que sirva de guía para futuros padres y de reflexión para padres actuales, con la esperanza de que les ayude en esa genuina y válida preocupación de criar hijos psicológicamente sanos. Ser padres eficaces no es difícil, el adjetivo más apropiado sería retador. Se torna difícil si entendimos el rol de padre desde un ángulo equivocado o si nuestras expectativas como padres, responden más a nuestros intereses que a las necesidades del hijo. Veamos lo más importante que debemos saber.  

Tener amor. Estará de más decir que el amor a los hijos es la base fundamental de cualquier método eficaz de crianza. Sólo añadiré que este sentimiento abstracto hay que transformarlo en tres cualidades concretas: 

  • Tolerancia: para asimilar las “cositas” que hacen nuestros hijos, que no se parecen a lo que queremos o esperamos de ellos.  
  • Dedicación: para ofrecerles el tiempo y el esfuerzo necesario para que aprendan aquello que consideramos apropiado. 
  • Fortaleza: para no dejar de hacer nunca lo que sabemos que tenemos que hacer. 

Si cumplimos con estas tres cualidades, ya estaremos empezando a ser padres eficaces. 

Entender a un hijo. ¿Qué es un hijo? Es una criaturita humana que nació por efecto de nosotros, un padre y una madre. Pero, además, que nació en condiciones de total incapacidad para valerse por sí mismo, a pesar de que cuenta con toda la biología y potencialidades para hacerlo. Esto supone que su vida y desarrollo depende total y absolutamente de dos padres, incluidos su desarrollo físico, psicológico, intelectual, etc. ¿Difícil? No; retador. Difícil lo hará aquel padre de los dos, que no esté dispuesto a aceptar esta realidad. Ahora, de esta condición de total dependencia del infante, hay un asunto que paso a explicar, para que comprendamos mejor nuestro rol. 

  • Apego. De esa total dependencia para sobrevivir, que se presenta en el recién nacido, se genera en él, una fuerza de origen biológico que lo impele a aferrarse de aquel ser humano que esté a su alcance, con la expectativa de que resuelva todas sus necesidades. Obviamente, este no es un proceso ni voluntario ni consciente; el bebé no tiene capacidad para decidir cómo hacerlo o con quien hacerlo. Es un proceso instintivo. Por consiguiente, es a la madre que le corresponde velar por que el aferramiento sea hacia ella, objetivo que se logra pasando mucho, mucho tiempo junto a él, por lo menos, hasta completar el primer año de vida. 
  • Clases de apego. Ahora, una cosa es que la madre logre el apego del bebé sobre ella, y otra, que logre el tipo de apego más favorable para su desarrollo psicológico. Hay, por lo menos, tres tipos de apego. El apego seguro, que es una condición de aferramiento en la que el bebé se siente protegido, atendido y realizado, de tal modo que puede tolerar cierto alejamiento físico de la madre, sin mostrar perturbación. Este es el que toda madre necesita alcanzar con su bebé y en breve, explicaré esto como se logra. El apego inseguro, que es un modo de aferramiento, pero, en el que el bebé no se siente seguro, ni estando en presencia de la madre, ni en ausencia de ella. Y, el apego desorganizado, que es un tipo de aferramiento en el que el bebé se muestra indiferente, tanto en presencia de la madre, como en su ausencia. Vale reiterar que, en los tres casos, el apego alcanzado depende totalmente de la madre, no del infante. Y que, los dos últimos tipos de apego, el inseguro y el desorganizado, son totalmente nocivos para su desarrollo psicológico.    
  • Comportamientos del cuidador. La realidad del apego es que refleja la necesidad del bebé, pero el tipo de apego que alcance con la madre depende totalmente de ella. En este sentido, para el desarrollo de un apego seguro, que es lo más indicado, la madre (cuidador primario) debe vigilar muy celosamente sus propios comportamientos respecto a las siguientes actividades: 
  • La mirada. Es la actividad más simple y directa para expresar nuestros estados internos a otras personas y para captar los de ellos. Para un bebé, el contacto visual con la madre es el medio más eficaz para comunicarse silenciosamente. Por tanto, toda madre debe procurar mirarlo al rostro mientras se dirige a él, mientras le habla, mientras lo atiende. El contacto visual, no sólo lo hace sentir seguro, sino, también, le da la oportunidad de escudriñar el rostro de su madre y familiarizarse con sus gestos y características.  
  • La palabra. Hablar es una forma para comunicarnos. Hablarle a un bebé, es anunciarle que estamos ahí, que lo tenemos en cuenta, que sabemos de su presencia. Pero, además, aunque no nos entienda, le estamos dando la oportunidad para familiarizarse con los sonidos y significados que más tarde utilizará para comunicarse con nosotros.  
  • El sostén. Aunque en psicología, esta palabra tiene otro significado, aquí nos referimos al hecho de cargarlo. Cargar a un bebé es una manera de comunicar nuestra disposición a estar con él y, literalmente, a hacernos cargo de él en todos los sentidos. También, es una forma directa de transmitirle nuestro afecto. 
  • La proximidad o cercanía. Esta característica se refiere al hecho de que, aunque estemos en otra actividad diferente a atender al bebé, le hacemos gestos, sonidos, movimientos, etc. que le comunican que estamos pendientes de él. Y, si estamos con él, que lo hacemos en cuerpo y mente.  
  • La atmósfera emocional. Este es un punto vital. Se refiere a la condición emocional en que nos encontremos mientras atendemos al bebé o, aún, no estando en presencia de él. Los bebés son increíblemente susceptibles a captar los estados emocionales del cuidador, por consiguiente, si se trata de emociones negativas, les afectará enormemente. En cierta forma, el cuidador se las transmite, aunque haga lo posible por no hacerlo. 
  • El desapego. Este es otro tema vital que explicaré detenidamente para que no se preste a confusiones. Si, en la fase de apego, dijimos que es determinante la presencia física y psicológica de la madre cerca al bebé, en esta fase de desapego lo importante es que la madre (cuidador primario) vaya “soltando” al bebé poquito a poco, para que éste se encamine hacia la independencia. No hay una edad definida para iniciar este proceso ni un método único para hacerlo. Pero, usualmente se presenta entre los 8 a 10 meses de edad, época en la cual ya el bebé muestra algunas señales de independencia y algunas capacidades desarrolladas. Por ejemplo, ya gatea, se muestra curioso con situaciones que ocurren alejadas de la madre, toma iniciativas para desplazarse un poco lejos, es capaz de entretenerse y “olvidarse” momentáneamente del cuidador, etc. Es responsabilidad de la madre estar vigilante de estas señales y procurar no interferir en ellas a menos que, el bebé se muestre asustado o esté en serios peligros. Por otra parte, también es importante advertir que, aún cuando haya necesidad de interferir con la iniciativa del bebé, esto se debe hacer en forma serena y delicada. Recordemos el punto 5 que habla sobre la atmósfera emocional del cuidador. 
  •  El desarrollo cognitivo. Hasta ahora, habíamos hablado sólo del desarrollo emocional. Ahora, pasamos a otro aspecto del desarrollo psicológico. El término cognitivo se refiere al conocimiento; a la forma en que el bebé empieza a entender o a interpretar el mundo que lo rodea. Esta es otra operación que depende totalmente del cuidador, en dos sentidos; en lo que él transmita directamente al bebé, y en lo que él permita que otras fuentes le transmitan. Esto lo digo solamente para estar claros. A veces creemos que, por ser nosotros los padres, el bebé debe acatar únicamente nuestras enseñanzas y, por otra parte, se nos olvida que el bebé no está en capacidad de discernir qué es lo que debe y qué es lo que no debe aprender. De aquí, la importancia de la presencia del cuidador 24/7 y de la existencia de un apego seguro. 

El desarrollo cognitivo no tiene un momento exacto de inicio, ni termina a lo largo de la vida. Es el resultado de un proceso que comienza desde el primer minuto de la existencia, aunque se hace más evidente con el desarrollo del habla del bebé, entre los 8 y 12 meses de vida. De ahí, la importancia de “la palabra” del cuidador, tal como lo hemos explicado en la sección de apego. Muchas madres piensan que, si el bebé no entiende nada de lo que le hablamos, ¿para qué hacerlo? Recordemos que las palabras lo van familiarizando con los sonidos y, en este sentido, debemos cuidar la pronunciación y la entonación toda vez que, hasta eso, lo aprenden de nosotros. Por otra parte, debemos tener presente que el aprendizaje en esta fase no es un proceso meramente académico sino, un acto puramente afectivo en los que entran en juego las cualidades del cuidador enunciadas en el punto “amor”: tolerancia, dedicación y fortaleza. 

Hasta aquí, consideramos haber explicado puntos vitales que todo padre/madre debe conocer. Pero no lo es todo. Hay mucho más pero, por razones de espacio y de no saturar con información, lo trataré en otros miniartículos de esta serie.  

2 comentarios en “Padres eficaces

  • Me parece facinante conocer estos aspectos del los cuales los padres muchas veses no sabemos o no manejamos esta información tal vital para la formación integral de nuestros hijos. Garcias por este contenido.

    • Muchas gracias por sus comentarios. Nuestro interés siempre será el de compartir conocimientos en estos y otros temas importantes.

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