Vuelvo a puntualizar algunas consideraciones respecto a la recopilación de datos. Primero, ésta ocurre a partir del primer contacto con el paciente y transcurre hasta que hayamos entendido con claridad, a qué vino, que tiene, qué utilidad le representa esta patología, cuáles son sus expectativas y qué se debe hacer. Segundo, escuchamos al paciente buscando síntomas; y lo observamos, buscando signos, para tener hipótesis de trabajo a partir de este material, el cual es o será delimitado por el motivo de consulta. Si no obtenemos suficiente información, entonces preguntamos, pero ya con un marco referencial más claro.
Estas características del trabajo nos obligan a ver la recopilación de datos como una serie de metas que alcanzar más que como un conjunto de tareas que cumplir. Si no lo entendemos de esta manera, podremos caer en errores que perjudican la efectividad del clínico y la relación con el paciente.
En este sentido, son buenas prácticas las siguientes:
- Cumplir nosotros mismos con todas las tareas respecto al paciente, incluido manejar nuestra agenda, aplicar pruebas psicológicas, obtener información personal, etc.
- Mantener una estructura de trabajo metódica para ir cumpliendo las metas que necesitamos cumplir. Esto requiere de nuestra parte, ser bien directivos con el paciente. En algunos casos, el paciente es resistente a la estructuración. Pero ese es el paciente y su derecho. El de nosotros es no perder la estructura, aun cuando en ocasiones debemos dar rodeos hasta retornar al punto que nos interesa.
Aplicar sólo las herramientas pertinentes. Si sabemos qué metas queremos alcanzar, sabremos qué ver, (observación), qué preguntar (entrevista) y qué tests aplicar, si hubiese necesidad.